Investigación – creación: Análisis morfológico, semántico y perceptual de los Colgantes Darien
Buscamos las raíces de nuestros ancestros en el pasado, en todo lo que el paso del tiempo y la historia nos arroja como migajas y nos hace seguir un camino incierto que se desaparece con facilidad y hace que perdamos el sendero de nuestra historia. Buscamos un ancestro que nos cuente ese pasado, que nos narre nuestro origen, que nos cuente cómo éramos, para por fin saber quienes somos, buscamos alguien que nos enseñe nuestra identidad.
Seguimos en la continua reconstrucción del pasado latinoamericano, un rompecabeza al que le faltan piezas, un reflejo incompleto y borroso. Tan difícil es la tarea de la memoria en América, que muy pocos han hecho el esfuerzo de conservar esos pedazos para crear un solo relato, un relato que nos de información suficiente para recordarnos hoy.
Esta tarea ha sido una misión de vida y un reto profesional para mujeres y hombres desde diferentes disciplinas, desde la arqueología, la antropología, encontramos las piezas del rompecabeza en lugares inhóspitos y olvidados, piezas en desorden que nos piden un esfuerzo de clasificación y datación, y desde la historia se hila los lazos de esas piezas, buscamos coincidencias para que el reflejo empiece a dar luz de un relato y retrato que se escribe lento e incompleto. Hoy este relato no es narrado ni contado por voces propias, siempre son otros que vinieron desde otras latitudes y culturas y nos contaron cómo éramos, nuestras voces se callaron y se perdieron en el tiempo. Ahora si queremos volver a ellos, nos encontramos con relatos contados en silencio, más que relatos son retratos, instantáneas que se han mantenido en el tiempo en objetos e imágenes, que exige lecturas visuales, interpretaciones de metáforas construidas desde formas, grafismos y símbolos piden ser interpretados y decifrados desde la mirada del arte.
En Huevofrito, hemos llegado a este relato gracias a los grandes maestros del diseño gráfico colombiano, maestros que dieron los cimientos del diseño en nuestro país pero en el camino nos contaron una historia precolombina de nuestra tierra en sus diseños. Consuegra, Grass y Castro, tuvieron la misma curiosidad en la gráfica precolombina y dedicaron su trabajo a ella, a cambio recibieron de los ancestros la magia de la comunicación en su estado más puro, el relato claro y silencioso de la abstracción, pero no cualquier síntesis de forma, la magia de la abstracción de las geometrías ancestrales: El equilibrio.
Consuegra, Grass y Castro, coincidieron en la importancia de mantener un lenguaje común con nuestra historia para crear nuestra propia identidad, en el triangulo, el cuadrado y el círculos plasmaron las bases de las cuadrículas, series y patrones de nuestra historia, nuestra geografía y nuestra naturaleza. Consuegra, concibió las esencias de las formas, la importancia del cuadrado y el círculo su mensaje, su estructura, las posibilidades infinitas de las texturas a partir de patrones, y de las retículas a partir de los tejidos. Y dentro de esas redes la construcción de alfabetos propios, signos que cuentan identidades y signos que se vuelven huella. Dicken Castro, vio rápidamente las posibilidades semánticas de esas geometrías, estructuras llenas de posibilidades de dobles mensajes, creó símbolos, limpió de excesos sus estructuras complejas llenándolas de significado y sutileza. Grass inició en búsqueda de historias, personajes, excusas para su obra artística y se encontró con un universo que desde hacía mucho tiempo lo llamaba, empezó con el estudio de las formas, la síntesis de esos mensajes pero se encontró con las temáticas, que le dieron más curiosidad para seguir mirando, descubriendo, explorando, patrones, formas, animales, máscaras, objetos y personas, lo llevaron a na investigación profunda de la identidad precolombina. A la obsesión de encontrarle Rostro al pasado*, un rostro que fue creado en arcilla, oro, plata y cobre, fue creado como objeto ritual y de uso común, con procesos muy refinados y de creación absoluta en orfebrería, y con gran sentido escultórico en piedra. Un rostro que identifica pero sobretodo se distingue. En la búsqueda por la singularidad de esa identidad se topó con una sorpresa, el rostro de nuestros ancestros son muchos rostros pero también en es uno solo, al que él llamó el rostro mítico. Este rostro mágico no es solamente el del hombre sino también del animal sagrado, y la presencia de la máscara nos habla de ricas y profundas vivencias míticas unidas a lo ignoto y a lo insondable. Para ello analizó las representaciones de los hombres de las culturas: Tairona, Sinú, Quimbaya, Calima, Tumaco, Nariño, Cauca, Tierradentro, San Agustín, Tolima, Muisca, Guane y Tamalameque.
El “Rostro Mítico” es un símbolo que se encuentra en una cultura y en todas. Grass se apoya en la observación de las piezas originales de los museos de Colombia y el exterior, en colecciones privadas y en zonas arqueológicas del país. Y en la investigación de la antropóloga Ana María Falchetti*, sobre los Colgantes Darien.
Según la mitología de la mayoría de las culturas precolombinas, todos los elementos de la realidad -el mundo natural, el cosmos y el ser humano- están íntimamente relacionados, y los seres vivos están formados por las mismas propiedades como parte de una realidad multidimensional. En los rituales y ceremonias indígenas, las personas pueden transformarse en otros seres del cosmos, como animales, dioses o ancestros. Mediante la meditación, los hombres son capaces de identificarse con el mundo ancestral, los mitos y los sueños. Buscan estados alterados de conciencia en rituales colectivos dirigidos por los sacerdotes, chamanes, mamos, por medio de plantas, hongos y hojas medicinales y alucinógenos, máscaras, ornamentos rituales, música, cantos rítmicos y danzas. En ellos los humanos entran en otras dimensiones de la realidad, recordando sus orígenes.
“Los colgantes de Darién, con sus rasgos diagnósticos estereotipados, podrían representar una síntesis de símbolos vinculados a un marco simbólico básico “panamericano” que sustentaba diferentes mitologías locales. El uso extendido y duradero de los colgantes de Darién sugiere que la iconografía de un personaje estereotípico -ya fuera sacerdote, chamán, cacique imbuido de poder sagrado, antepasado o ser mítico- era reconocida por personas que se distinguían por diferentes herencias culturales e ideologías. Los rasgos diagnósticos de los colgantes de Darién podrían representar un medio común de comunicación, una especie de lengua franca simbólica que iba más allá de las expresiones particulares de las cosmovisiones locales”.
Estas también son nuestras fuentes de referencia e inspiración para la creación de nuestra propia investigación-creación: Duermevela.
Duermevela es una investigación morfológica desde los principios del diseño y la percepción que nos permite llegar a un análisis semántico del personaje mítico que Grass descubre en Rostros del pasado pero que trasciende en simbología y fusión cultural en los Colgantes Darien. Esta investigación propende la búsqueda de unos rasgos comunes en los diferentes Colgantes desde el análisis formal del diseño gráfico para la identificación del personaje como una figura mítica que sea compatible al concepto semántico del Chaman. No solo desde la importancia del rol en la comunidad y sino desde el entendimiento de la transmutación, el viaje astral y la conexión ancestral en el rito de iluminación como relato cultural latinoamericano, la concepción del cosmos, la naturaleza, el tiempo y el universo y la relación con la vida y la existencia. Duermevela es también una investigación-creación que propone el desarrollo de un universo expandido virtual en el cual todo la información gráfica y semántica que se recoge es el punto de partida de personajes, atmosferas y narrativas para conocer la ancestralidad y los rostros de nuestro pasado de manera intuitiva y desprevenida, por que no decirlo, con una nueva naturalidad.